El diario Urban Mobility ha publicado un artículo sobre cómo la crisis del COVID-19 puede impactar en la movilidad eléctrica. La caída del precio del petróleo y otros aspectos, como el miedo a la movilidad compartida, pueden revertir las mejoras en la calidad del aire. Pero es vital potenciar la movilidad eléctrica tras salir de la crisis.


El autor, Marc Amblard, Fundador y Director Gerente de Orsay Consulting, empieza su artículo afirmando que saldremos de esta crisis, pero con algunos aspectos de nuestras vidas muy cambiados.

Cuestiones como la movilidad compartida y, por tanto, un incremento del transporte individual, pueden influir. Como también el que el precio del petróleo se haya desplomado. Pero, de la misma manera, es posible que en muchas zonas se acelere la electrificación de la movilidad.

El confinamiento forzado ha reducido drásticamente la cantidad de kilómetros que hemos recorrido, así como la actividad industrial general. Esta actividad reducida ha resultado en un aire mucho más limpio, particularmente en las regiones más contaminadas.

Por ejemplo, el  smog ha desaparecido  en general en muchas zonas urbanas de China. Del mismo modo, el confinamiento ha reducido los niveles de NO2 en un  33% en Los Ángeles e incluso en un 70% en Delhi .

En Europa,  París experimentó una caída del 60%  en las emisiones de NO2. Y, además, una mejora del 20-30% en la calidad del aire, alcanzando un nivel nunca antes visto en los últimos 40 años.

COVID-19 y el aire menos contaminado

Es innegable que en las ciudades respiramos mejor y disfrutamos de cielos más despejados. Pero eso es ahora y como consecuencia de la ausencia de vehículos de combustión circulando por las calles.

Las ciudades han reducido drásticamente su contaminación durante estos días de confinamiento. En la foto: París.
Las ciudades han reducido drásticamente su contaminación durante estos días de confinamiento. En la foto: París.

Por tanto, y para mantener estas circunstancias excepcionales, la movilidad debería volverse más eléctrica. Para que esto suceda, los reguladores responsables deben acelerar el despliegue de vehículos eléctricos.

Un estudio reciente  realizado por la Universidad de Harvard  ha señalado la correlación entre la contaminación del aire y la mortalidad por COVID-19. Concluye que:

“Un pequeño aumento en la exposición a largo plazo a materia particulada (partículas muy pequeñas en el aire, PM2.5 conduce a un gran aumento en la tasa de mortalidad de COVID-19”. Por lo tanto, la movilidad es responsable de aproximadamente un tercio de las partículas (PM). ¡Una prueba más que avala que quemar combustibles fósiles no es saludable!”.

Incentivos para potenciar la movilidad eléctrica

En estos momentos es fundamental reactivar la economía para que los volúmenes de vehículos vuelvan a niveles anteriores a la pandemia. Sin embargo, esto se puede hacer con cierto discernimiento sobre qué vehículos deben ser apoyados. Y, según regiones, será de una forma u otra.

Potenciar la movilidad eléctrica es fundamental al salir de la crisis.
Potenciar la movilidad eléctrica es fundamental al salir de la crisis.

Pero, independientemente de la región, no se puede perder de vista el objetivo a largo plazo de reducir drásticamente las emisiones nocivas. Tampoco debe romperse el impulso del vehículo eléctrico. La industria en todo el mundo ha invertido decenas de miles de millones en nuevos vehículos eléctricos, tecnologías subyacentes e infraestructura de carga.

Por lo tanto, cualquier incentivo para reiniciar la industria automotriz debe centrarse principalmente en vehículos limpios. Más allá del beneficio medioambiental absoluto, esto ayudaría a los fabricantes de equipos originales y a los proveedores a recuperar su inversión. Incluso los animaría para seguir invirtiendo más. Además, los planes de achatarramiento podrían eliminar los vehículos contaminantes, contribuyendo así a una mejor calidad del aire, especialmente si se los reemplaza por limpios.

El bajo precio de las gasolinas

Uno de los problemas para que evolucione la movilidad eléctrica radica en la caída del precio de los combustibles. En Europa, esta caída no repercute tanto en los precios, por una cuestión de impuestos. Además, los esfuerzos de los fabricantes para reducir sus emisiones de CO2 , combinados con una oferta de productos cada vez más atractiva, superarán con creces la importancia del coste del combustible.

Tampoco tendrán problemas en lugares como California, que lidera las ventas de vehículos eléctricos en EEUU y tiene precios altos de combustible.

Pero otras zonas no lo van a vivir igual, como la mayor parte de los estados de EEUU. Probablemente verán un aumento adicional de las ventas de vehículos que consumen gasolina (camionetas, SUV), a expensas de los vehículos más pequeños o eléctricos.

Y en China, ¿qué va a suceder? La caída de matriculaciones de estos meses no augura nada bueno, pero quizás vuelvan a considerarse ayudas a la compra de VE como las que había antes de junio de 2019.

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